Trastornos del neurodesarrollo

La Dra. Cristina Cordero, neuropediatría de Blue Healtchare nos deja todas las respuestas de la entrevista que le realizaron en Cadena SER en su espacio Curarse en Salud en Hoy Madrid Sur.

El tema tratado en la entrevista: A mi hijo le cuesta un poco aprender, ¿Tendrá algún problema? 

Para ponernos en contexto, los problemas neurológicos con repercusión sobre la esfera física suelen hacerse evidentes de manera relativamente precoz, no así la mayor parte de los problemas del neurodesarrollo, que permanecen durante más tiempo «ocultos». De ellos nos va a hablar hoy Cristina Cordero, neurólogo infantil.

¿Qué son los trastornos del neurodesarrollo? ¿Cómo se pueden definir?

Los trastornos del neurodesarrollo se definen como un grupo heterogéneo de trastornos con una base neurobiológica, que se inician en la infancia temprana, y que se caracterizan por afectar a la adquisición o aplicación de habilidades específicas de nuestro cerebro. Esto puede afectar a nuestro funcionamiento cognitivo, motor, social o lingüístico y repercutir en nuestro desarrollo personal, académico, familiar o social.

¿Nos puedes hablar de cuáles son los más frecuentes? TDH, TEA, trastorno de la lectoescritura, discalculia, tics, etc.

Los últimos datos nos hablan de que entre un 15 y un 20% de la población infantojuvenil tiene algún trastorno del neurodesarrollo. Dentro de ellos el grupo más prevalente si los analizamos de forma independiente, es el de TDAH, que se mueve en cifras en torno al 7-8%. Los trastornos específicos de aprendizaje, que serían el trastorno específico de la lectura o dislexia, el trastorno específico de la escritura o disgrafía, o el trastorno específico del aprendizaje de las matemáticas (o discalculia), en su conjunto también alcanzarían un 8-10% de prevalencia. El TEA o trastorno del espectro autista por su parte, se movería en torno al 1-3% de la población, y los tics crónicos también en torno al 1-2% de la población infantil (no me meto en los transitorios que son mucho más frecuentes y benignos en su evolución).

Es por tanto un problema muy prevalente, y con muchísima repercusión en la futura salud mental de los niños que lo sufren, por lo que es fundamental un adecuado manejo y concienciación

¿Hay un límite concreto de edad para poder establecer su diagnóstico?

Como hemos adelantado, es un grupo muy heterogéneo de trastornos y cada uno tiene sus edades de detección.

El TEA, por ejemplo, debería ser un diagnóstico de la infancia temprana, es decir, antes de los 6 años deberíamos haber detectado esa dificultad y sobre todo trabajado sobre ella.

En el caso del TDAH, aunque los síntomas son patentes desde la infancia temprana, es a partir de los 6 años cuando debe diagnosticarse según su propia definición. Eso no quiere decir que esperemos al diagnóstico de brazos cruzados. Si vemos síntomas de este tipo en un prescolar debemos trabajar sobre los síntomas, aunque todavía no tengamos claro si terminará cumpliendo o no criterios.

En el caso de los trastornos específicos de aprendizaje, es ya en primaria cuando empezamos a detectar una dificultad extra para el aprendizaje de un área concreta, pero de nuevo insisto en que no debemos esperar con los brazos cruzados, porque hay luces rojas que nos avisan de que estos trastornos podrían estar presentes y trabajar sobre ellos va a aliviar la repercusión futura si finalmente llega a desarrollarse.

Pongo un ejemplo, la lectura.

Los neuropediatras nos cansamos de repetir que a nivel fisiológico los niños de infantil no tienen por qué estar preparados para aprender a leer y a escribir (nos parece que no debe ser un hito académico de infantil porque aunque hay niños que serán capaces de hacerlo, otros no podrán simplemente por inmadurez fisiológica), pero existen pre-requisitos de la lectura que sí deberían ser capaces de adquirir antes de esa edad, como puede ser por ejemplo la conciencia fonológica (que se define como la habilidad de reconocer y usar los sonidos en el lenguaje hablado).

Así que, si tengo un niño de 5 años con dificultades para esa conciencia fonológica, debería empezar a trabajar específicamente con él, al margen de que la dislexia no suela diagnosticarse hasta los 7-8 años.

Señales de alarma precoces de los trastornos del neurodesarrollo en el niño pequeño y en el niño mayor.

De nuevo nos encontramos con la heterogeneidad del grupo, pero desde luego hay cosas que no pueden pasar desapercibidas.

En el niño pequeño, donde adelantábamos que el TEA es el trastorno que no se nos debe escapar, tendremos que estar atentos a los hitos de la comunicación. Si un niño de 18 meses-2 años, no ha empezado a hablar, no señala, no hace contacto ocular, no responde a su nombre o presenta conductas repetitivas es un niño que debe ser revisado con premura.

En niños un poco más mayores, con 5-6 años, debemos estar atentos al exceso de movimiento o capacidad de permanencia en la tarea. También a la capacidad de socializar con sus iguales.

En el ámbito académico le doy mucha importancia a la resistencia a las tareas. Si un niño de esas edades se enfada, protesta y se resiste a aprender, ir al colegio o hacer sus deberes, es un niño que nos debe alarmar, porque eso refleja que le estamos exigiendo más de lo que puede dar, y hay que ver por qué.

Por último, avanzando en edad y curso, en general cualquier niño en el que se produzca un desequilibrio frecuente entre el esfuerzo que hace y lo resultados que obtiene.

La importancia del abordaje integral de estos niños, y de la precocidad de la intervención.

La precocidad de la intervención es fundamental, cuantos más años llevo dedicados a la neuropediatría más claro tengo que gran parte del éxito radica en este punto y que la mayoría de las veces vamos tarde.

Los niños tienen una gran ventaja, la plasticidad neuronal, esto quiere decir que trabajando adecuadamente con ellos podemos «modelar» sus conexiones, y minimizar el impacto que el trastorno tiene sobre su funcionamiento. Si perdemos la ventana de oportunidad, el abordaje terapéutico no llegará a ser igual de eficaz.

Por supuesto el abordaje integral, llevado a cabo por especialistas de cada área adecuadamente coordinados van a ser elementos fundamentales para el éxito de tratamiento. Creo que en muchos trastornos del neurodesarrollo este es un gran asunto pendiente en la mayoría de los casos y desde las administraciones deberían tomar conciencia de ello.

¿Cómo se puede potenciar/mejorar la autoestima de estos niños «especiales»?

Pues creo que es fundamental poner el énfasis en el esfuerzo y no en el resultado. Hay que animarlos a ser perseverantes e incidir es que esa es su bandera, esa es su virtud y los llevará a donde quieran.

Pero efectivamente, para tener una buena autoestima necesitas que la imagen que te devuelve el espejo sea acorde al esfuerzo realizado. Por eso la detección precoz y el abordaje de las dificultades específicas de cada niño para minimizar la repercusión funcional, van a ser fundamentales para desarrollo y su futura salud mental.

Entrevista completa

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Consulta Dra. Cristina Cordero
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