Dr. José Luis Palma-Gámiz. Director de Cardiología en Blue Healthcare.
Para hablar de San Valentín y el síndrome del corazón roto nos tenemos que remontar al pasado. Existía en la Antigua Roma un mito urbano, según el cual, el matrimonio «desgastaba» en exceso a los hombres casados privándoles de la fuerza necesaria para combatir en los poderosos ejércitos imperiales. Por ello, el emperador Claudio «El Gótico» dictó una orden prohibiendo el casamiento de sus soldados.
A un sacerdote cristiano de nombre Valentín, aquella norma le pareció abusiva, absurda y contraria a derecho. Valentín, desafiando las órdenes imperiales, se dedicó día y noche a casar clandestinamente a los jóvenes enamorados, convirtiéndolos al mismo tiempo al cristianismo. Enterado el emperador romano de las desobediencias del sacerdote, ordenó su encarcelamiento en una mazmorra y su ejecución por decapitación, previa lapidación pública. Eso ocurría un 14 de febrero del 269 d.C. Dos siglos más tarde, el papa Gelasio I declaró santo a Valentín y ordenó que su fiesta se celebrase todos los años el 14 de febrero para honra de aquel mártir y exaltación del amor.
Hasta aquí el hecho histórico, posiblemente trufado de fantasías. Veamos ahora si un corazón es capaz de romperse por amor.
Es cierto que el amor provoca emociones intensas que la sabiduría popular ha focalizado en una bomba impelente y aspirante a la que llamamos corazón. Y hasta tal punto esto es cierto que se suele decir; «te amo con todo mi corazón» o «tu desdén, amada mía, me ha roto el corazón». Pero ¿se rompe verdaderamente el corazón por amor? Tal vez sea una exageración pero, de unos años a esta parte, se sabe que el estrés emocional puede ser capaz de romper un corazón en un proceso cardiaco agudo y complicado que se ha venido en llamar «miocardiopatía dilatada de estrés», también «síndrome de tako-tsubo» o del «corazón roto» cuyas características clínicas recuerdan bastante a las de un infarto de miocardio.

El «sídrome del corazón roto» fue descrito en 1990 por cardiólogos japoneses en el que los síntomas dominantes recordaban a los del infarto agudo de miocardio provocando una alteración funcional del tipo de la insuficiencia cardiaca aguda. Morfológicamente, el aspecto del corazón, visto en una ventriculografía de contraste, es muy parecido al de una potera redondeada y de cuello estrecho que los japoneses emplean para la pesca del calamar y a la que llaman «tako-tsubo». El corazón, así remodelado, es incapaz de contraerse normalmente provocando un estado de insuficiencia cardíaca aguda.
Este proceso está estrechamente vinculado a situaciones de estrés emocional intenso, afectando más a mujeres que a varones. Entre las causas que provocan ese estrés emocional intenso figuran la muerte inesperada de un ser querido, una discusión violenta, una quiebra financiera, catástrofes naturales y, excepcionalmente, una ruptura amorosa. En el origen fisiopatológico de todo ello se encuentra una liberación abrupta de catecolaminas, inductoras del fallo cardiaco.
El pronóstico es generalmente más benigno que el de un infarto pero no hay que olvidar que hasta un 5% de pacientes fallecen por causa del «síndrome del corazón roto» bien sea por fallo de la contractilidad miocárdica o por arritmias severas.
El tratamiento habitual pasa por ingreso en la unidad de cuidados intensivos donde se aplica terapia de soporte circulatorio, a la que se añaden agentes antiadrenérgicos como los betabloqueadores, los inhibidores del sistema renina-angiotensina-aldosterona, diuréticos y sedantes que se mantendrán hasta la total recuperación del paciente, lo que se suele conseguir en el plazo de un mes.
De cara al futuro, el paciente podrá llevar una vida saludable con un buen control de los factores de riesgo cardiovascular, practicando ejercicio físico de forma regular y evitando en lo posible el estrés psicológico. La recurrencia del síndrome suele ser inferior al 2%.
De modo que con este post ya conoces el síndrome del corazón roto y los celebrantes del Día de San Valentín quedan advertidos: Amar sí, pero sin llegar a estos extremos.
Si quieres saber lo que son las «corazonadas o neuronas del corazón», te dejamos el enlace.