Por la Dra. Pilar Muñoz-Calero, experta en medicina ambiental, directora médica del área Longevity de Blue Healthcare.
A veces me pregunto: ¿se nos habrá olvidado vivir?
La VIDA ES…. La vida es naturaleza, es verdad, es belleza, es bondad, armonía y equilibrio, es honestidad y maestría.
Otra cosa es el MUNDO. El mundo que hemos creado a través de los actos humanos, a través de nuestros miedos, dolor e impotencia, que a su vez generan rabia, resentimiento, conflicto, envidia, orgullo, vanidad y soberbia…
¿Qué tiene que ver entonces la vida con el mundo?
La VIDA ES… No la hemos hecho nosotros, nos la hemos encontrado, es un regalo. Desde el momento que nacemos, la primera vez que abrimos los ojos podemos ver esa cara de sorpresa de cada recién nacido mirando a su entorno, descubriendo cada objeto, descubriendo cada partícula de su alrededor con verdadero asombro, maravillándose ante este milagro que es la VIDA.
El MUNDO lo creamos… y aquí tenemos el mundo que hemos creado.
La vida nos ha puesto en “toque de queda”, nos ha retirado, nos ha obligado a separarnos, quizá para que desde nuestras ventanas podamos observarla y observarnos, ya que la prisa nos ha impedido hacerlo hasta ahora. Si no observamos no vemos, y si no vemos destruimos.
Eso es lo que hemos hecho, el mundo es el tumor que los actos humanos han generado.
La vida necesita recuperarse, la Naturaleza, la Natu-Realeza, la realeza de nuestro entorno ha sido tomada, destruida, un golpe de estado sin precedente: en lugar de mares limpios encontramos océanos llenos de plásticos, metales pesados, tóxicos…. En lugar de tierras fértiles, aparecen vacías de nutrientes y estériles, en lugar de aire limpio encontramos una atmósfera cargada de contaminantes, fuegos arrasando las tierras, devastamos selvas y destruimos masivamente animales.
La tierra ha gritado y ya son muchos los seres humanos que también lo han hecho y lo hacen cada día a través de cuerpos contaminados que ya no pueden beber, ni comer, ni respirar si no lo hacen después de filtrar y limpiar y quitar los múltiples venenos que nos llegan a través de ellos. Son los llamados “centinelas de la vida”, que ya llevan tiempo avisando de lo que está ocurriendo, avisando que la tierra muere, y si ella muere también lo haremos nosotros.
Son las personas con Sensibilidad Química Múltiple (SQM). Son sensibles, no débiles, la sensibilidad tiene que ver con la precisión, con la lucidez, con el amor, no con la debilidad; la SQM nos ha obligado a volver a casa, a la naturaleza a la natural-realeza que nos corresponde.
¿Qué nos está diciendo ahora este virus, este COVID19?
Aparentemente ha venido a alterar nuestro maravilloso mundo, nuestra aparente comodidad y felicidad, nuestra actitud burguesa. Pero, ¿no habrá venido también para que nos demos cuenta de lo falso de todo esto que tanto nos creíamos? ¿No habrá venido para que seamos conscientes de nuestra falta de consciencia? ¿Ha venido a decirnos qué?
Ahora estamos mirando por la ventana, nos hemos convertido en observadores de la vida; el mundo se ha parado, es como un tumor que ha dejado de crecer.
Los cielos están de nuevo azules, la primavera se extraña al ver que ha recuperado su libertad, pero, ¿qué ha pasado? Simplemente que el hombre está encerrado, encerrado en los propios nichos que ha construido, entre cemento, entre material inerte y frío… así poco a poco ha ido perdiendo y olvidando el movimiento vivo de la vida.
Pero entonces, el hombre, que es el receptor de los bienes que la tierra nos entrega, del agua, y alimentos que nos nutren y nos ayudan a perpetuar la vida, ¿es el mismo que la destruye? ¿no es eso un sinsentido?
Quizás, por eso, las propias leyes de la vida, que son leyes basadas en el propio sentido de la vida, nos mira ahora y nos dice: parad, frenad, abrid vuestras ventanas y mirad; las ventanas de vuestra casa y las ventanas de vuestra alma. ¿Tiene sentido destruir lo que nos da la vida? ¿Acaso hemos enloquecido?
Esa destrucción que hemos hecho en la naturaleza atentando a la vida ahora nos toca vivirla a nosotros. ¿No será quizás una de esas leyes que se está cumpliendo, que algunos llaman “karma», otros dicen: “donde las dan las toman”, y otros «la ley del espejo»?
Nos han frenado, aparentemente nos han quitado la libertad, pero quizás ahora nos demos cuenta de que la libertad no consiste en hacer lo que nos da la gana, sin medir las consecuencias, sino que la libertad se siente cuando vivimos en la verdad, y ahora, sin prisas, parados, a pesar del miedo, del temor y de la angustia, muchos miran por la ventana y dicen: GRACIAS. Porque me has enseñado a sentir de nuevo la VIDA y a valorarla, a valorar la falta de prisa, a darme cuenta que todo puede cambiar en un instante, a darme cuenta que yo que me creo capaz de controlar todo, no soy capaz de controlar nada.
Hemos tenido que crear áreas limpias, pequeños oasis, donde poder parar a descansar, donde poder respirar lo más básico de la vida, un aire mínimamente limpio, donde volver a recuperar un pequeño hálito de vida.
Estas áreas, son áreas llamadas azules, azules porque nos recuerdan aquel cielo azul que con tanta dificultad a veces podemos ver, ese cielo azul que escasea porque la contaminación hace de persiana impidiendo verlo.
Ese azul que surge cuando cada amanecer, el sol y la luz iluminan la oscuridad, para recordarnos que la vida sigue.
Ese azul del mar que sólo se manifiesta cuando infinidad de minúsculas gotas transparentes se funden, y que a veces cuando se pone embravecido protestando ante el desequilibrio que genera el hombre se torna casi negro, perdiendo ese tono azul que nos refleja la inmensidad.
Áreas azules que deberían de estar presentes en cada casa, en cada oficina, en cada edificio.
Áreas azules que sean fieles a la vida, a las leyes de la vida.
Quizás a través de esta pandemia seamos conscientes de nuestros actos, y despertemos de una vez por todas, porque antes también había pandemias, pero no éramos capaces de verlas.
Otro tipo de pandemias: la pandemia del egoísmo, de la vanidad, del deseo de poder, de la destrucción por la arrogancia y prepotencia, todo esto es también es como un virus que se contagia y ya estábamos muy contagiados, tanto que estábamos destruyendo no sólo el alma humana sino también el alma de la naturaleza y la propia vida.
¿No será que este virus ha sido creado precisamente por este sumergirnos en la locura y ambición del mundo?
Quizá esto nos recuerde que cada ser humano deberíamos ser originales, que quiere decir: sed fieles al origen, y nuestro origen es la vida, aquella que estamos destruyendo.
Ojalá esta pandemia nos sirva para que el mundo se convierta de nuevo en una gran área azul, en un gran cielo y en un inmenso mar azul, y una infinidad de amaneceres, llenos de luz, iluminando nuestra oscuridad.
Más información de la Unidad de Medicina Ambiental: https://www.bluehealthcare.es/area-longevity/unidad-medicina-ambiental/
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