Cristina Cordero Castro
Neuropediatra
Directora del servicio de pediatría de Blue Healthcare
Es evidente que la pandemia está dejando secuelas que van más allá de la fisiopatología del virus y sus consecuencias en el organismo. Por desgracia, desde hace muchos meses oímos hablar periódicamente de «las otras secuelas del virus»: los problemas laborales, la economía, el teletrabajo… El virus ha llenado nuestras vidas de «nuevas preocupaciones cotidianas» a las que, incluso, nos hemos acostumbrado.
En mi ámbito, el de la salud, también nos encontramos con una foto parecida; tenemos «las secuelas directas del virus» y «sus secuelas indirectas». En la edad pediátrica (mi mundo), las secuelas directas, por suerte, han sido poco frecuentes, pero todos los días «recogemos» pacientes que sufren esa otra cara del virus, el daño indirecto.
Como gran representante de esto, tenemos la salud mental de nuestros niños y adolescentes. Han sido muchas las oleadas en las que los medios nos han alertado del grandísimo aumento que se estaba produciendo de problemas de salud mental en la edad pediátrica y en la adolescencia… Y, efectivamente, desde el ruedo puedo deciros que así ha sido. Niños pequeños con fobias y ansiedad, adolescentes con depresión o conductas autolíticas, tendencia al aislamiento o a los problemas de conducta, fracaso escolar… Creo que tardaremos varios años en tener datos objetivos sobre la dimensión que ha llegado a alcanzar este problema.
Problemas de salud detectados
Pero al margen de esta gran punta del iceberg, estamos encontrando muchos problemas de salud que vienen derivados de la pérdida de contacto entre los padres, los pacientes y sus pediatras.
La primera ola nos dejó paralizados, todo quedó en silencio, no debía ocurrir nada que no fuera «esencial»… Pero los problemas de los niños siguieron o aparecieron… Y ya sea por la sobrecarga de los recursos, o el miedo de las familias a acercarse a un centro sanitario, se han generado problemas de salud que hubieran sido prevenibles, o un retraso significativo en muchos diagnósticos que para nada son banales.
En Neuropediatría, por ejemplo, estamos encontrando retrasos en la detección de sospechas de TEA (Trastorno del Espectro Autista), dificultades de aprendizaje que no han sido detectadas, o han empeorado con el confinamiento o con la semipresencialidad,…; en Endocrinología problemas de sobrepeso y obesidad sobrevenidos por la falta de ejercicio y el cambio en hábitos de alimentación,…; en Neonatología deshidrataciones de recién nacidos con más frecuencia de la habitual… Incluso, en algunos casos, se han producido retrasos en el diagnóstico del cáncer infantil.
Te acompañamos con soluciones
En este contexto histórico y social nace el equipo de Pediatría de Blue Healthcare, pediatras que apostamos por la relación fluida entre padres y profesionales. La vuelta al médico que conoce bien a su paciente, que monitoriza su estado de salud y resuelve las dudas que durante su crianza puedan surgir o la patología aguda que pueda aparecer… Porque creemos firmemente que ese acompañamiento a lo largo de la infancia y la adolescencia es fundamental para promover y asegurar una adecuada salud y facilitar el diagnóstico precoz y abordaje de los problemas que puedan surgir en este camino.
Desde la consulta prenatal, pasando por los controles estrechos del recién nacido (en la clínica o a domicilio), apoyo a la lactancia, controles sucesivos del niño sano o valoración de patología aguda, hasta las consultas de las distintas especialidades pediátricas (Neurología, Cardiología, Neumología, Endocrinología, Digestivo y Nutrición) en consulta presencial y posibilidad de algún seguimiento online, porque algo bueno tuvo que dejar la pandemia. Un equipo multidisciplinar y coordinado, que abre con ilusión sus puertas para acompañar a niños y familias en la gran aventura que es la vida.
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