En el marco de la Semana Internacional de Prevención de Intoxicación por Plomo, la Organización Mundial de la Salud lo tiene claro: el plomo es un problema de salud mundial que no se debe pasar por alto. Tan es así que lo ha incluido dentro de una lista de 10 productos químicos causantes de graves problemas de salud pública que van a exigir la intervención de los estados miembros para proteger la salud de los niños, los trabajadores y las mujeres en edad fecunda.
Más allá de su uso industrial (metalurgia, minería), esta sustancia está presente en muchos productos como pigmentos, pinturas, material de soldadura, vidrieras, vajillas de cristal, municiones, esmaltes cerámicos, artículos de joyería y juguetes, así como en algunos productos cosméticos y medicamentos tradicionales.
La Dra. Pilar Muñoz-Calero, experta en medicina ambiental y directora del área Longevity de Blue Healthcare, nos explica que, “las fuentes y vías de exposición al plomo son varias, pero las más habituales son la inhalación y la ingestión. La inhalación de partículas de plomo serán aquellas generadas por la combustión de materiales que contienen este metal; por ejemplo, durante actividades de fundición, reciclaje en condiciones no seguras, pintura o gasolina con plomo, que aún existe. La segunda vía sería la ingestión de polvo, agua o alimentos contaminados, como por el agua canalizada mediante tuberías de plomo o alimentos envasados en recipientes con esmalte de plomo.”
Entre las consecuencias para la salud de esta exposición a este tóxico esta experta señala que, “puede causar anemia, hipertensión, disfunción renal, inmunotoxicidad o toxicidad reproductiva. Se cree que los efectos neurológicos y conductuales asociados al plomo son irreversibles. Dentro del cuerpo, el plomo se va a distribuir hasta alcanzar el cerebro, el hígado, los riñones y los huesos; y se va a depositar, sobre todo, en dientes y en huesos, aunque también en algunos otros tejidos. El plomo almacenado en los huesos puede volver a circular por la sangre durante el embarazo, con el consiguiente riesgo para el feto.”
Los niños de corta edad, los más vulnerables
La doctora Muñoz-Calero nos expone por qué los niños de corta edad son los más vulnerables a este tóxico: “Los niños muy pequeños son especialmente vulnerables a los efectos tóxicos del plomo, ya que puede tener consecuencias graves y permanentes en su salud, y afectar en particular al desarrollo del cerebro y al sistema nervioso. Los más pequeños pueden llegar a absorber una cantidad de plomo entre 4 y 5 veces mayor que los adultos. Además, como todos sabemos, la curiosidad innata de los niños de llevarse las cosas a la boca los hace más propensos a chupar o a tragar objetos que están contaminados.”
Asimismo, la directora del área Longevity de Blue Healthcare, añade que “determinadas concentraciones de plomo en sangre pueden asociarse a una disminución de la inteligencia del niño, así como a problemas de comportamiento y dificultades de aprendizaje.”
Entre las formas en las que los niños pueden entrar en contacto con el plomo destacan la pintura elaborada con plomo, algunos juguetes, piezas de joyería o algunos alimentos que se guardan en recipientes vidriados de plomo, entre otros.
Una información adecuada y el mantenerse lejos de los distintos materiales que contienen concentraciones de plomo son dos de las principales medidas preventivas que nos pueden ayudar a evitar la contaminación por este elemento químico. “Siempre podemos encontrar alternativas en el mercado, de forma que tengamos más en cuenta nuestra salud a la hora de hacer pequeñas elecciones, como puede ser la compra de un simple lápiz de labios”, destaca esta experta.
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