Obesidad infantil

La obesidad en la población infantil

La doctora Irene Lázaro, endocrina infantil de Blue Healthcare nos habla de la obesidad en la población infantil.

La obesidad ha aumentado de forma vertiginosa en los últimos años en la población infantil, debido al cambio de los hábitos de las familias. Esto es debido a un elevado consumo de alimentos calóricos (bollos, refrescos, zumos, golosinas, alimentos precocinados, comida rápida…), unido a un incremento de las actividades sedentarias (ordenadores, videoconsolas, televisión, tablets…).

La obesidad se relaciona a medio / largo plazo con aparición de múltiples complicaciones: alteración del metabolismo de las grasas (aumento de las cifras de colesterol y triglicéridos), alteración del metabolismo de los hidratos de carbono (resistencia a la insulina y diabetes), aumento de la tensión arterial y del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares (infarto/ictus), problemas ortopédicos (dolor de espalda, dolor de caderas, rodillas…), posibles problemas psicoafectivos, así como afección de múltiples órganos (esteatohepatitis no alcohólica con riesgo de cirrosis, problemas respiratorios,…) etc.

La causa más frecuente de sobrepeso y obesidad en la población, es la obesidad exógena. Ésta se produce por un desequilibrio entre las calorías de los alimentos ingeridos (“lo que entra”) y las calorías consumidas en la actividad diaria (“lo que sale”). Las causas genéticas y hormonales, son mucho menos frecuentes. No obstante, en ocasiones es necesario solicitar estudios para descartar estas patologías.

Aquellas familias con antecedentes de sobrepeso/obesidad tienen más riesgo de que sus miembros también la padezcan. Por este motivo, es aún más importante en estos individuos prevenirla. Es muy probable (85%) que un niño obeso, lo sea también en la edad adulta. Por ello es fundamental prevenirla y tratarla en especial a estas edades.

Existen unas recomendaciones generales para la prevención de la obesidad en la población general que están basadas en recuperar los hábitos saludables de generaciones anteriores: promover el consumo de alimentos “sanos” y aumentar la actividad física diaria. El único tratamiento para el sobrepeso/obesidad exógena consiste en, disminuir el consumo calórico y aumentar el ejercicio físico, con el fin de restablecer un equilibrio favorable entre la ingesta de nutrientes y el consumo energético de los mismos por el organismo.

Es fundamental el cambio de hábitos y rutinas de TODA LA FAMILIA, incluyendo a todos los miembros de la misma, SEAN OBESOS O NO. Estos cambios no son temporales, sino que deben mantenerse de forma permanente en el tiempo.

Para calcular el sobrepeso/obesidad, se utiliza el índice de masa corporal (IMC), que relaciona el peso con la talla del individuo. Este índice también sirve para ver la evolución de los pacientes con obesidad.

En el caso del sobrepeso en la edad pediátrica, puede ser suficiente el objetivo de mantener el peso actual. Debido al crecimiento aún presente en estas edades, es posible conseguir un IMC adecuado sin necesidad de perder peso. En el caso de obesidad, generalmente, es necesaria una pérdida de peso que variará en cada caso pero que nunca debe ser superior a 500g a la semana.

FALSOS MITOS

• Para adelgazar no deben saltarse comidas: Debe realizarse 4 ó 5 comidas al día porque ayuda a no llegar con hambre y ansiedad a la siguiente comida. Además, cada vez que comemos, el cuerpo gasta energía en digerir y asimilar los nutrientes, por lo que se está consumiendo energía.
• Los alimentos light no adelgazan: A estos alimentos se les disminuye la cantidad de azúcares o grasas para que tengan por lo menos un 30% menos de calorías que el mismo producto no light. Pero siguen siendo ricos en calorías.
• Los alimentos integrales tienen un aporte similar de calorías que los refinados: eso sí, aportan más fibra, que es beneficiosa ya que aumenta la sensación de saciedad, favorece el tránsito digestivo y reduce la absorción de las grasas.
• Las calorías de los refrescos proceden del azúcar, no del gas que contienen: Una lata (33 cl) de refresco (unas 140 calorías) equivale a un vaso de agua con 3 o 4 sobres de azúcar. Para evitar calorías extras, se pueden elegir los refrescos light de forma ocasional.
• No debe consumirse bebidas refrescantes Zero o light de forma habitual a pesar de no contener calorías porque suele dar lugar a un mayor consumo de otros alimentos más calóricos (patatas, aperitivos…). Además, la ingesta de alimentos dulces en edades tempranas (aunque sea a través de edulcorantes), desarrolla una preferencia o adicción en el consumo de tales alimentos, perjudicando la adquisición de unos hábitos alimentarios correctos.
• Los zumos de frutas envasados (incluidos néctares y aquellos sin azúcares añadidos), NUNCA sustituyen la ingesta de fruta. Deberían considerarse como refrescos, y por tanto consumirse de forma muy ocasional.
• La leche desnatada tiene el mismo contenido en proteínas y calcio que la leche entera y proporciona mucha menos grasa. A partir de los 4 años puede consumirse leche desnatada si existe indicación médica.
• El pan, la pasta, el arroz o la patata son ricos en hidratos de carbono, el nutriente que nuestro organismo necesita en mayor cantidad, y además apenas contienen grasa. Lo que aumenta las calorías es la mantequilla, los embutidos, las salsas y el queso, que se añaden en su elaboración. El pan tostado, los bastones, la corteza de pan, tienen las mismas calorías que la miga del pan.
• El orden en que se comen los alimentos no influye en su capacidad de engordar, lo que cuenta es el total de calorías diarias. Tomar agua o fruta al principio de la comida da sensación de saciedad y puede ayudar a comer menos de otros alimentos, además, puede ser una estrategia útil para asegurar la ingesta de una pieza de fruta en cada comida principal.
• El plátano, las uvas e higos, no engordan: aportan más calorías que las otras frutas como la manzana, la naranja, la pera… Por tanto, solo hay que tomar menos cantidad.
• Los edulcorantes no son perjudiciales para la salud.
• El ejercicio físico tiene muchos beneficios (mejora el estado de ánimo, disminuye el estrés y ansiedad, facilita la capacidad de concentración y el estudio, aumenta el consumo de calorías, previene la enfermedad cardiovascular, mejora la resistencia a la insulina…) pero no sirve para compensar los excesos de la alimentación.

 

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