A lo largo de toda su vida académica, Laura orientó sus estudios hacia la rama de la Psicogerontología, hacia la que también ha orientado su vida profesional. Esta elección fue puramente vocacional y con carácter personal, con la intención de ayudar a aquellas personas que se enfrentan tanto a los efectos del deterioro cognitivo patológico, como a los cambios funcionales naturales que tienen lugar a medida que envejecemos, al igual que a sus familias.
Estos procesos, en especial cuando tienen un origen patológico, no solo poseen un destacado impacto en la vida de toda la familia en el momento del diagnóstico, sino que este continúa a medida que surgen alteraciones en las diversas funciones cognitivas y, con ellas, en la conducta y la personalidad de quien padece el deterioro, conformando un proceso duro y complejo tanto para quien lo sufre, como para todo su entorno. Una atención temprana y adecuada, basada en una evaluación neuropsicológica exhaustiva a través las mejores escalas y baterías, es clave para la elaboración de un plan de intervención personalizado y adaptado a las necesidades y características de cada paciente, siendo este fundamental para el mantenimiento de una calidad de vida óptima y de la máxima autonomía funcional durante el mayor tiempo posible. Asimismo, el trabajo y colaboración con las familias son también un punto clave del plan de intervención, pues no podemos perder de vista el hecho de que, además de tener las pautas y herramientas pertinentes, para poder cuidar a los demás, los cuidadores también han de cuidarse a sí mismos.
En esta línea, el compromiso y la empatía con sus pacientes y familias son su guía en un trabajo que le apasiona, buscando siempre crear el ambiente más cómodo y de confianza posible para ellos, fomentando que la persona se sienta segura y la protagonista de su propio proceso terapéutico.
