Consideraciones y preocupaciones acerca de la variante «delta» del SARS-CoV-2

Todos los virus cambian y evolucionan a otras formas distintas con las que siempre guardan similitudes. El coronavirus SARS-CoV-2 causante de la COVID-19 no iba a ser menos. Estas evoluciones virales son esperadas, continuas e imparables y además se expanden con rapidez de un continente a otro; es lo que ha ocurrido con las variantes, británica, brasileña, sudafricana y últimamente con la india, aparecida en diciembre de 2020, a la que se le ha dado el nombre de “variante delta”, una modalidad viral a la que los científicos han calificado como variante de “preocupación” por su severidad clínica y su alta capacidad de transmisión. Esta variante viral ya circula por casi todos los países (se han contabilizado hasta la fecha 96 de ellos) incluida España, siendo en muchos de ellos la responsable del 99% de las infecciones COVID-19.

¿Qué diferencias presenta la variante delta respecto de las anteriores? Las dos principales diferencias son su mayor agresividad clínica y su alta capacidad de contagio, todo ello debido a dos mutaciones principales en la proteína de espiga localizada en la superficie del virus. Esto ha hecho que su capacidad de contagio sea un 97% superior a las anteriores variantes. De todas formas no existen datos concluyentes acerca de que su virulencia y su índice de morbi-mortalidad sea más alto que sus antecesores sobre todo si se la compara con la variante británica, según un informe publicado recientemente en el Public Health England Journal, lo que sí parece cierto es que esta variante obliga a mayores niveles de hospitalización y una mayor necesidad de ingreso en UCI. Por eso la han calificado de variante de “preocupación”.

La sintomatología que produce también es diferente; mayor dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea, dolores articulares, fatiga, pérdida transitoria de la audición y menor sintomatología cardio-respiratoria en relación a otras variantes virales SARS-CoV-2.

Afortunadamente todas las vacunas actualmente disponibles tienen una alta capacidad para neutralizar a la variante delta, de ahí la necesidad de intensificar las campañas de vacunación para acabar con los estragos que está causando esta pandemia. No obstante, para que esta neutralización viral sea efectiva es necesario alcanzar la inmunización completa con las dos dosis obligadas en la mayoría de las vacunas. La vacuna de Pfizer/ BioNTech proporciona, frente a la variante delta, una inmunidad del 88% y la de Oxford/AstraZeneca del 60%.

Podríamos resumir lo anterior en 3 puntos básicos: 1.) La variante delta es más transmisible aunque su impacto clínico es más o menos similar a sus predecesoras. 2.) La vacunación completa protege con un alto porcentaje de eficacia contra esta variante de “preocupación”. 3.) A pesar de la vacunación es imprescindible continuar las normas de prevención y contagio (distanciamiento físico entre personas, uso de mascarillas en espacios cerrados, ventilación adecuada, lavado de manos, etc., etc.). A todo ello hay que añadir que acelerar la campaña masiva de vacunación a nivel mundial es la forma más eficaz para acabar con la variante delta, con las anteriores y con todas las que pudieran sobrevenir.

Este texto ha sido elaborado por el Dr. José Luis Palma Gámiz, cardiólogo del cuadro médico de Blue Healthcare.

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